Se ha perdido el Paraíso,
DESTRUIDO por nuestras propias manos,
destrozado por nuestros propios colmillos y garras.
Por eso somos EXILIADOS.
Ahora ACECHAMOS entre el rebaño humano
vistiendo su piel de cordero,
atraídos por nuestros sentidos hacia la PRESA.
Nuestro propio pueblo se vuelve contra nosotros,
y cosas desde las sombras de la tierra nos siguen los pasos.
A medida que sale la Luna, nuestra SANGRE bulle de RABIA.
Tú que quieres cazarnos, queda advertido,
pues volveremos la cacería contra ti
y descubrirás que no eres el cazador,
sino nuestra PRESA.