26 de agosto de 2012 14:04:33 CEST
Soy director de juego de D&D desde hace ya un tiempo, y tengo un grupo de jugadores estable que ya llevan unos cuantos niveles combatiendo juntos, pero de repente me he encontrado prácticamente seis meses sin ser capaz de desarrollar la siguiente aventura de rol. Al principio pensé que me fallaba la inspiración, pero después de tan largo plazo y, teniendo en cuenta, que he empezado a dirigir partidas para otros grupos, empiezo a temerme que el problema es otro.
Como dato añadiré que el grupo empezó unido, pero dispar: Un caballero virtuoso, un clérigo fanático, un bárbaro caza-orcos, un druida de greenpeace y un pícaro que quiere suplantar la identidad del Rey. De este grupo se fueron otros personajes de vida breve (y jugadores más bien tristes) y se añadieron otros (con jugadores bastante ingeniosos o, al menos, graciosos); pero la cuestión es que después de una aventura en la que intentaba darles lazos de unión y motivos para superar sus problemas de identidad, al final a acabado con el caballero renegando de su orden, el clérigo a punto de pasarse al Lado Oscuro, el bárbaro sin asistir a las partidas y el pícaro teniendo que cambiar de pj para evitar morir. Solo el druida ha superado su odio a los Humanos y otras razas civilizadas, pasando de eco-terrorista a sanador y salvador.
Así que me pregunto... ¿El error estuvo en mí como narrador o no se me ocurren más partidas para el grupo porque el grupo no existe? ¿Cuál es el método que recomendáis para arreglar el desmadre?
Si aprendes a leer, verás que la vida oculta grandes historias.