Si estás iniciando una nueva crónica de Warhammer Fantasy: El juego de rol y tus jugadores no tienen ideas para crear un nuevo personaje, aquí tienes unas cuantas que además encajan en el leitmotiv de la campaña de El Filo Sangriento publicada en el Templo de Hécate.
Se me ha negado desde mi nacimiento el calor de un hogar familiar. Nunca conocí a mis padres, aunque la gente asegura por mis rasgos que debo ser reiklandés. No importa de dónde proceda, pues el único que lo sabe es Roman. El anciano discípulo del dios emperador Sigmar del templo de Peakland considera que aún no ha llegado el momento de que lo sepa. A pesar de su ceguera, Roman ha demostrado ser un hombre capaz y puso en mí el fuego de la voluntad de Sigmar. Peakland es un lugar apacible, pero siento que éste no será mi lugar por mucho más tiempo. Pronto terminaré mi instrucción con Roman y recibiré la armadura que portó cuando era joven y con la que acompañó al héroe Argus. Otros personajes
Pertenecías a una importante y noble familia de Karak-Azgaraz, donde vivías. Pero, por supuesto, en toda familia hay una oveja descarriada y simplemente había cosas que no tolerabas. Tu familia te dio la espalda. Pero eso no te importó tanto como el hecho de que aquello que quisiste “proteger” también te la diera. Te condenaron a muerte, así que elegiste despojarte de todas tus pertenencias y salir a las Montañas Grises en busca de una muerte digna para recuperar tu honor pero, sobre todo, tu autoestima. Y es que, más que la muerte, en los últimos cuatro meses que has estado vagabundeando lo único que te ha tumbado ha sido la cerveza y el vino especiado. Tu aspecto desmerece y, aunque aún blandes el hacha con pericia, te estás hundiendo cada vez más en la autoindulgencia. Ahora has ido a parar a Peakland donde se celebra un festejo en honor a un héroe reiklandés al que llaman Argus y que detuvo un “waagh” orco. Si al menos pudieras encontrar un destino así podrían recordarte también como un héroe y no como un traidor... . Mientras tanto, ahogarás tus penas en la bebida de la feria.
Eres más famoso de lo que te gustaría. Has pasado por varias ciudades y pueblos, desde Altdorf, la capital del imperio, hasta Wolfenburgo. Es lo que ocurre, supones, cuando juegas siempre a ganar. Aunque sea haciendo trampas... después de todo los malos perdedores lo son incluso cuando te ajustas a la reglas, ¡al demonio con ellos! Desgraciadamente, al crío no le hizo gracia perder sus ahorros en el juego de dados y su padre decidió, como castigo ajustado, dejarte morir en una pajarera a las afueras del pueblo junto a otro soldado basto que ni siquiera te ha dirigido la palabra. Ya ha anochecido y llevas desde esta mañana sin comer ni beber. Empieza a secársete la boca.. Esperas convencer a cualquiera que pase cerca para que te ayude a salir o, al menos, para birlarle cualquier instrumento que te valga para forzar la cerradura. Luego pasarás por el templo de Sigmar donde, al parecer, han donado tus pertenencias y te largarás como has hecho otras tantas veces sin que nadie se de cuenta.
La desgracia ha caído sobre tu camarilla del bosque de Reikwald, ubicado en en El Gran Bosque imperial de Reikland. Hace más de doscientos años fue entregado a los elfos silvanos el corazón de un moribundo árbol mágico de Athel Loren que, convertido en un alargado bastón coronado en forma de raíces, protegía a vuestra comunidad de las miradas ignorantes de los humanos del imperio y otras amenazas peores, cubriendo con su halo de ocultación áreas que alcanzaban kilómetros. Lo llamaban el Axis Occulta.
Pero hace menos de dos años un desconocido superó las ilusiones del estandarte y se lo llevó consigo sin que los elfos supieran siquiera que pasó. Pero tu camarilla sospechaba lo peor, dadas las marcas que dejó su magia: algún tipo de hechicero adscrito a la magia del caos había tomado el Axis Occulta para sus fines distorsionadores. Encontrarlo se convirtió en una prioridad: si lo usaban contra los hombres, el Emperador podría volver su odio contra los elfos silvanos, y no sólo eso, la sola violación del corazón del viejo árbol suponía un ultraje que no podíais tolerar.
Así, decidisteis enviar a cinco exploradores en diferentes direcciones por todo el imperio, entre los que te encuentras, para encontrar el bastón y devolverlo a Reikwald. Para tal empresa podéis hacer aliados con cualquiera que os permita una ventaja táctica para recuperar el bastón, sin embargo se os advirtió que deberíais tener cuidado de contar lo que había pasado con el Axis Occulta o su magia. Otras razas podrían envidiar su poder e impediros devolverlo a su lugar.
Tus viajes te han llevado hasta Peakland, una pequeña aldea humana en una cumbre de las Montañas Grises, siguiendo el rastro del portador del bastón, sin embargo, lo perdiste en las montañas, un lugar que no te resulta cómodo para explorar. Quizá puedas encontrar alguna pista del paradero del ladrón en el pueblo, aunque a decir verdad tienes pocas esperanzas y puede que tengas que empezar desde cero. Del destino de tus compañeros exploradores no sabes nada, pero tras dos años de búsqueda la desesperación empieza a hacerse un hueco en tu corazón.